lunes, 19 de mayo de 2025

SEGUNDO PERÍODO- EXPOSICIÓN 10: LA FILOSOFÍA ANALÍTICA O FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

 

GRADO 11- EXPOSICIÓN  10- PERIODO 2- 2025

LA FILOSOFÍA ANALÍTICA O FILOSOFÍA DEL LENGUAJE

Dicho movimiento tiene su origen en los años veinte en Austria e Inglaterra. Se caracterizó por su escepticismo frente al conocimiento de las leyes objetivas de la naturaleza y la esencia de los fenómenos. Marca una diferencia entre el positivismo del siglo XX o neopositivismo, que se apoya en la lógica matemática y simbólica, y el positivismo clásico, que pone su énfasis en el análisis histórico. Los grandes avances científicos del siglo XX repercutieron de diversas formas en los filósofos del momento. Algunos reaccionaron con tendencias claramente irracionalistas, mientras que los que defendían la tradición racional tomaban distintos senderos. El más destacado fue aquél que se entroncaba con la tradición empirista o positivista. En este siglo se produjo un gran interés por el lenguaje y su poder. No se trataba de algo nuevo, pero sólo entonces se producía el análisis más riguroso de las posibilidades lingüísticas. Las reflexiones relacionadas con la búsqueda de un lenguaje estricto que expresara claramente todo el saber humano, se circunscribían en la aproximación lógica del mismo.  Entre sus representantes están:

1 B. RUSSELL (1872-1970)

Nació en Ravenscroft. Ingresó en el Trinity College donde estudió matemática y filosofía. En 1901 descubrió la paradoja que lleva su nombre y conmovió los fundamentos de la matemática. En 1913, a través de innumerables estudios matemáticos, llegó a publicar, junto con A. N. Whitehead; los principia mathemática, un trabajo que por vez primera formalizó y axiomatizó toda la matemática en un único sistema mediante el uso de conceptos lógicos. Estuvo muy influenciado por el pensamiento de G. E. Moore, quien se interesó por las cuestiones del lenguaje e ideó un método analítico destinado a la investigación del significado y validez de los conceptos empleados por los filósofos, con independencia de las conclusiones extraídas por estos. Russell siguió éste mismo camino y denominó a su filosofía atomismo lógico, en la cual demostró, entre otros temas, que la matemática era en realidad una rama de la lógica. Se entiende por lógica la ciencia que estudia la estructura del conocimiento intelectual, esto es, independientemente de su contenido, se ocupa únicamente de su forma. El punto de partida del estudio lógico es el análisis del lenguaje en el cual se están contenidos los conocimientos. En su Introducción a la filosofía matemática (1919), Russell describió las dos grandes y contradictorias direcciones del pensamiento matemático: Una, era la constructiva, que iba hacía una complejidad gradualmente creciente; la otra dirección era la abstracción y simplicidad lógica cada vez mayores. Tanto la complejidad como la simplicidad caracterizaban, para Russell, la filosofía matemática.

El atomismo lógico tenía como características: en primer lugar, concebir el mundo como un conjunto de hechos atómicos sin relación, constituyendo un pluralismo extremo y, en segundo lugar, plantear que el saber estaba constituido por una serie de proposiciones atómicas cuyo nexo consistía en una serie de operaciones lógicas. El lenguaje propuesto por el atomismo lógico era perfecto, es decir, mostraba enseguida la estructura lógica de lo que se afirmaba o negaba. En el atomismo lógico el mundo aparecía como una multiplicidad infinita de elementos separados. Estos elementos eran los átomos, que no eran físicos, sino lógicos. Mediante la lógica del atomismo era posible describir el mundo como compuesto de hechos atómicos. Según Russell, lo común a todo hecho atómico era que ya no podía ser analizable. Además, afirmó que todos estos hechos no resultaban iguales. De esto último, se deducía que los hechos atómicos no eran necesariamente cosas particulares existentes, pues éstas no convertían un enunciado en verdadero o falso. Entre su amplia obra se destacan, fuera de la ya citada, Los problemas de la filosofía (1912), Principia Mathematica (1910-1913), Nuestro conocimiento del mundo externo (1914), Análisis de la mente (1921), Análisis de la materia (1927), El conocimiento humano; su alcance y sus límites (1948) y su Autobiografía (1967-1969).

2 L. WITTGENSTEIN (1889-1951)

Nació en Viena en el seno de una familia judía adinerada. Estudió en Linz en una escuela que sobresalía por la formación matemática y física. En 1912 ingresó a la Universidad de Cambridge como discípulo de Russell. Al estallar la Primera Guerra Mundial se alistó en el ejército austriaco, período en el que escribió el Tratatus lógico- philosophicus, cuya redacción acabó en 1918 y fue publicada en 1921. Después de regresar a Viena se convirtió en maestro de escuela hasta 1928 que regresó a Cambridge como docente. En esa época escribió los Cuadernos azul y marrón. En 1939 accedió a la cátedra de filosofía, puesto que ocupó hasta 1949, año en que la abandonó y se retiró a Irlanda. En su retiro escribió sus Investigaciones filosóficas, que no fueron publicadas hasta 1953, en ellas reelaboró las teorías plasmadas en el Tratatus, por lo que se habla de dos Wittgenstein.

Wittgenstein tuvo una gran influencia en la filosofía analítica del siglo XX. Su pensamiento pasó por dos etapas: en un primer momento (en el Tratatus) afirmó que las proposiciones representaban la realidad y que la labor de la filosofía era la de ayudar a aclarar las proposiciones del lenguaje mediante la aplicación del análisis lógico de Russell. Más tarde (en las Investigaciones), el filósofo afirmó que la representación de la realidad era sólo uno de los usos posibles de las palabras; el significado de las proposiciones dependía de la utilización que de ellas se hiciera. Era preciso en cada caso conocer las reglas del juego.

El Wittgenstein del Tratatus, partió de afirmar que todo lo que podía ser pensado podía ser dicho: los postulados metafísicos, decía, serían intentos de decir lo que no puede ser dicho, de expresar lo inexpresable. La filosofía trataba cuestiones extremadamente importantes, pero el error radicaba en haber querido hablar de ellas tal y como lo hacía la ciencia. Y ¿de qué era posible hablar?, del mundo, contestó Wittgenstein. El mundo era la totalidad de los hechos atómicos, entendiendo por hechos atómicos los acontecimientos aislados. Los átomos constituían los elementos más primarios que formaban el mundo y eran lógicos. A cada hecho le correspondía una proposición atómica en el lenguaje, o sea, los sucesos eran expresables mediante enunciados, que podían ser atómicos, cuando se ajustaban a un hecho, o moleculares, cuando estaban compuestas por varias proposiciones moleculares. Las proposiciones serían verdaderas o falsas en virtud de si se correspondían o no con determinados hechos atómicos. Para el primer Wittgenstein decir algo equivalía a describir unos hechos.

El segundo Wittgenstein, el de las Investigaciones filosóficas, planteó, más que una posición antagónica respecto al primero, una ampliación y corrección  de lo señalado anteriormente. En las investigaciones aceptó que el lenguaje tenía muchos usos y no sólo el de describir. Por tanto, una palabra poseía más de un uso o función de comunicación. El lenguaje detentaba un amplio abanico de usos, y cada uno de ellos constituía el juego del lenguaje, enraizado en una forma de vida. Así el significado de una palabra dependía del papel que desempeñaba en el juego del lenguaje, juego que estaba regido por una serie de normas. De esta manera comprender el lenguaje significaba dominar una serie de técnicas que podían ser aprendidas por todos. Wittgenstein ya no se preocupó de la esencia del lenguaje, que ahora le parecía una ilusión, sino por las relaciones y las normas que dominaban el juego del lenguaje; y estos juegos correspondían en realidad a formas sociales, usos, costumbres diferentes. Respecto a las proposiciones filosóficas, el error cometido hasta el momento, según el filósofo, había sido el de centrarse en la forma de las palabras y no en el uso que se hacía de las mismas, así distinguió entre una gramática superficial (la de la función sintáctica) y una gramática profunda (la de propósito pragmático). El sentido se hallaba en la segunda, que decía el rol que jugaba una determinada proposición en función del juego del lenguaje empleado (empírico, conceptual, entre otros). La función de la filosofía era la de ayudar a entender los distintos usos del lenguaje, analizar el contexto en que se utilizaban las palabras, pues existían muchos juegos del lenguaje válidos.

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BIBLIOGRAFIA

ALBARRÁN VÁSQUEZ, Mario. Introducción a la filosofía. Mcgrawhill. Printer colombiana S.A., 1999

MURILLO LARGO, José Jesús y ARIAS GUEVARA, Luís Horacio. Filosofía 10. Ediciones HIGEMA LTDA,

ESCOBAR VALENZUELA, Gustavo. Introducción a la filosofía 1. McGRAW- HILL INTERAMERICANA DE MEXICO, S.A. 1994

ARISTÓTELES. Obras Completas. Metafísica. Aguilar, 1977

LEAR, Jonathan. Aristóteles

GÓMEZ-PIN, Víctor. El Orden Aristotélico.

PLATÓN. Obras completas. Segunda Edición, Aguilar, Madrid, 1997

JAGER, Werner. Paideia. Los ideales del pensamiento griego

 

 

 

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