GRADO 11- EXPOSICIÓN 13- SEGUNDO PERÍODO- 2025
EL CÍRCULO DE VIENA
Tras la Primera Guerra Mundial, surgió una corriente de
pensamiento que tuvo su centro en Viena. Dicho movimiento se apartó de la
filosofía metafísica y rechazó la separación entre ciencia y filosofía. Este
movimiento es conocido como positivismo lógico, neopositivismo o empirismo
lógico. Son diversos los filósofos y científicos que se unieron al movimiento,
entre los cuales pueden señalarse: M. Schlick (1882–1936), fundador; el físico
R. Carnap (1891–1970); el sociólogo O. Neurath (1882– 1945), el matemático K.
Gödel y el pensador británico A. J. Ayer (1910–1989). Tras la anexión de
Austria por parte de Hitler, los integrantes del círculo huyeron a Estados
Unidos, donde prosiguieron con su labor
Estos pensadores se conectaron con el empirismo y
tuvieron sus raíces en el positivismo de Comte. Rechazaron la metafísica y
consideraron que la filosofía debía conseguir la visión del mundo propia de la
ciencia, a la que otorgaron prioridad absoluta. Afirmaron que el conocimiento
procedía únicamente de la experiencia, y que los conceptos teóricos, como
mostraba el análisis lógico, provenían únicamente de aquella. Todo conocimiento
de hechos debía estar relacionado con experiencias verificables; la ciencia,
por tanto, debía de estar libre de concepciones filosóficas del mundo, y
utilizar un lenguaje que fuera posible expresar en términos matemáticos y
lógicos. Las proposiciones de la metafísica y la ciencia del espíritu eran
falsas y rechazables, pues no podían comprobarse mediante el análisis lógico de
los datos procedentes de la experiencia y estaban basadas en juicios de valor
que no constituían más que expresiones emotivas, y por ello ni verdaderas ni
falsas. Teniendo en cuenta todo esto, los pensadores del círculo afirmaron que
había que callar frente a todo aquello que no fuera reducible al lenguaje
analítico y sin admitir si quiera que haya algo acerca de lo cual no hablamos.
ESCUELA DE FRANCFORT
Instituto para la investigación social, en Fráncfort
(Alemania) a principios de 1920, gracias a un legado de Félix Klein. Su primer
director fue Friedrich Pollock; pero fue bajo la dirección de Max Horkheimer en
1931, que ésta adquirió más importancia y empezó a elaborar el programa de Teorías
críticas de la sociedad. La revista del instituto era el Archivo para la
historia del socialismo y del movimiento obrero, pero con Horkheimer
se empieza a publicar La revista para la investigación social, que se
propone recuperar y desarrollar los temas propios del archivo.
Un rasgo típico de la escuela es instaurar los nexos entre hegelianismo, marxismo y la teoría freudiana, al partir de una visión global y crítica de la sociedad contemporánea, pues la sociedad, para la investigación social, es considerada como un todo, donde una de sus preocupaciones principales, es sacar a la luz la contradicción de la sociedad capitalista. Otros temas permanentes de la escuela son: por una parte, el fascismo, el nazismo, el estalinismo, la guerra fría, la sociedad opulenta y la revolución pendiente y la crítica a lo que denominan razón instrumental. Por otra parte, la relación entre Hegel y el marxismo, entre éste y las corrientes filosóficas contemporáneas; así como también el arte de vanguardia, la tecnología, la industria cultural, el psicoanálisis y el problema del individuo en la sociedad de hoy.
Inicialmente participan Friedrich Pollock (economista),
Henryk Grossmann (economista), Karl-August Wittfoguel (sociólogo), Franz
Borkenau (historiador) y Max Horkheimer (filósofo). Luego se unieron Theodor W.
Adorno (filósofo, musicólogo y sociólogo), Hebert Marcase (filósofo), Erich
Fromm (sociólogo y psicoanalistas), Walter Benjamín (filósofo y crítico
literario) y Franz Neuman (politólogo). Todos estaban reunidos con el propósito
de una reflexión crítica sobre la sociedad pre-industrial y el concepto de razón
que la hizo posible. Según ellos hay una estrecha relación entre teoría y
práctica, entre conocimiento y acción.
Cuando Hitler tomó el poder, les tocó exiliarse en
Ginebra, Paris y New York. En 1950 renació el Instituto para la Investigación
Social y aparecen sociólogos y filósofos como Alfred Schmidt, Oskar Negt y, el
más conocido de todos, Jurgen Habermas.
1 M.
HORKHEIMER (1895-1973)
Nació en Stuttgart, Alemania. Estudió en Munich, Friburgo
y Fráncfort, se doctoró en 1922 bajo la
dirección de Hans Cornelius, quien influyó en varios frankfurtianos.
Es considerado como uno de los principales miembros y
promotores de la llamada Escuela de Fráncfort o Escuela de Fráncfort del
Instituto de Investigación Social. Se le deben trabajos en sociología y
sociológico-filosóficos sobre temas como: la autoridad, el autoritarismo, la familia,
los orígenes de la sociedad burguesa, la cultura de masas, el papel de la
ciencia y de la técnica, la libertad, el fascismo, el psicoanálisis, entre
otros; los cuales atienden a los fenómenos concretos, pero que se hallan alejados
del positivismo sociológico, especialmente el que insiste en métodos
cuantitativos, así como de la sociología académica alemana de su tiempo.
Horkheimer, estimó que la interpretación de ciertos fenómenos históricos
cruciales (como la Ilustración, el Romanticismo, las tendencias pesimistas,
entre otras.) podría proporcionar una clave para la comprensión de las
estructuras de la sociedad actual y poder realizar un ensayo de un proyecto de
perspectivas futuras. La interpretación o reinterpretación del marxismo fue en
este aspecto fundamental, por lo cual con frecuencia se ve en Horkheimer un
marxista, pero cuando se tiene en cuenta su crítica del materialismo
dialéctico, con severas dudas acerca del materialismo histórico, se le estima
como un autor muy alejado de toda tradición marxista.
2 J.
HABERMAS (1929- )
Nació en Dusseldorf. De 1955 a 1959 fue ayudante y
colaborador de Adorno. De 1961 al 1964 enseñó filosofía en la Universidad de
Heidelberg, donde trabajaba H. G. Gadamer. En 1964 fue nombrado profesor
titular de sociología y filosofía de la Universidad de Fráncfort. De 1971 a
1980 fue director en el Max-Planck_Institut de Starnberg para la investigación
de las condiciones de vida del mundo técnico científico. De 1980 a 1981 fue
director del mismo instituto para las ciencias sociales. En 1983 regresó a Frankfurt
como profesor de filosofía.
Aunque el pensamiento de Habermas sigue una línea
compleja, hay algo que parece constante: su intención de poner en marcha una
crítica social que tenga como base una teoría de la sociedad, la cual la teoría
y la práctica caigan bajo una forma de racionalidad capaz de aportar a la vez
explicación y justificación. La más conocida contribución filosófica de
Habermas, o por lo menos, la más tratada, es la que se centra en torno a la
noción de interés. Habermas plantea que el carácter interesado del conocimiento
no tiene por qué hacer de éste la
expresión de una acción últimamente inexplicable e irracional. Habermas insiste
en que las decisiones prácticas no son impulsos irracionales como creen los
positivistas, con su tendencia a tecnificar la ciencia y a separar la teoría de
la práctica. Pero esto no lleva a Habermas a un rechazo de las ciencias
positivas; lo que se trata de hacer es señalar su lugar dentro de varios
niveles posibles de racionalización. Los esfuerzos de Habermas se encaminan
hacia una nueva teoría de la razón que incluya la práctica, es decir, una
teoría que sea justificativa y explicativa.
El problema que se plantea Habermas es el de eludir a la vez el naturalismo, de la mayor parte de positivistas y cientifistas y de no pocos marxistas, y el trascendentalismo, que se manifiesta en las corrientes idealistas y en parte de las corrientes hermenéuticas. La idea de una autorreflexión de la especie humana, bajo la forma de una historia natural de la especie humana está destinada a evitar toda dicotomía entre lo empírico y lo trascendental
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